jueves, 31 de octubre de 2019

Edición impresa


Ejemplar con depósito legal, disponible en la Biblioteca de Cangas de Morrazo

Contraportada







Memorias de Salgueirón es, como su nombre indica, el relato de las experiencias de un grupo de adolescentes que en los años 60 viven en el barrio aledaño a la Fábrica de Massó, en Cangas de Morrazo, esa etapa de la vida en la que se aprende a descubrir el mundo. Ellos y sus familias son parte de la propia conservera y los acontecimientos de cada día están siempre condicionados por la marcha de la factoría. Es un paraíso perdido visto a través de los años pero también la vista atrás es una forma de repasar lo que va quedando en la memoria como filtro de la realidad que interesa a cada uno de los protagonistas (es una metodología para la toma de conciencia). También es una llamada al renacer de un área, el Salgueirón actual, pendiente de un plan de desarrollo para los próximos años, que añadirá valor al área metropolitana de Cangas-Vigo.



El mundo se hace para la conciencia, para cada conciencia (M. de Unamuno)

Primera pagina








SALGUEIRÓN DESDE SAN ROQUE: Foto de  Iain Colquhoun 

MEMORIAS
de
 SALGUEIRÓN

COORDINADOR:
FRANCISCO GIL CORDEIRO

COLABORADORES:
MERCHE ÁLVAREZ VIDAL, FERNANDO BALIÑO PIZCUETA, MARISA BALIÑO PIZCUETA, PILI BROULLÓN MIRANDA, MARISA FERNÁNDEZ BESADA, PILI FERNÁNDEZ  VALLADARES, MARI CARMEN GARCÍA HERNÁNDEZ, ESTRELLA GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, FINA GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, CARLOS PINTOS LLOPIZ, JOSE PINTOS LLOPIZ, MONTSE YEBRA PUIG

salgueiron.blogspot.com

sábado, 20 de julio de 2019

EL LIBRO (capítulos X, XI y XII)



Capítulo X
Los alrededores de Salgueirón
Cangas era la periferia de Salgueirón para los que vivían allí, el barrio era una isla que tenía lo suficiente para sus habitantes. Así todo, conforme se iba creciendo se iban ampliando horizontes y Cangas empezaba a ofrecer otras posibilidades. Había familiares que visitar, la plaza del pescado fresco de la ría y las carnicerías, y, sobre todo los domingos, los cines. Se iba a la primera sesión, se salía a media tarde, se compraban chucherías y se volvía a subir para Salgueirón, por la Piedra Alta o por Lavapiés. También había la tienda de Barca para arreglar bicicletas, heladerías, y quioscos para comprar chistes o sobres sorpresa. Además, había cafeterías en las que pasaban la tarde los padres y los hijos les acompañaban.
Estaba la Iglesia para ir a misa, se iba arreglado y las mujeres con el velo. Al principio eran en latín y, cuando se podía entender algo en el sermón, los hombres salían afuera a charlar y echar un cigarro, hasta que empezaba el credo y volvían a entrar. Los hombres se colocaban al fondo y las mujeres delante. Se cantaba mucho, había grandes “sopranos” que llevaban el mando de la canción, arrancando con nuevas canciones cuando se acababa la anterior. Tenían un tono muy sonoro y particular.  La salida de misa suponía dar un paseo y vuelta a subir para Salgueirón.
Las fiestas del Cristo eran esperadas con entusiasmo. Eran al final del verano y toda aquella algarabía de sonidos y dispositivos eléctricos excitaban a los chiquillos. Esos días se bajaba a media tarde y se estaba allí hasta la media noche. Había verbena con dos orquestas que se alternaban. Una se ponía en la Plaza, frente a lo que se llama la Casa de la Bola, y, la otra estaba en la Alameda Vieja, al lado de la fuente. Las cadenas, los coches de choque, las casas de misterio, las tómbolas, etc, aglutinaban a grandes y pequeños alrededor, esperando turno o jugar en alguna rifa. Sorteaban torres de tarteras, que,  por su espectacularidad, llamaban la atención cuando le tocaba a uno y salía con aquella torre sobresaliendo por encima de las cabezas.
Por las mañanas había competiciones para los adolescentes, carreras de bicicletas, de atletismo, natación entre los muelles, etc, en la que algunas veces participaban algunos de los de Massó. Por Massó se entendía toda la zona desde Lavapiés hasta Areamilla y hasta la Carretera Nueva. Había partidos de balonmano del equipo local, y algún partido de futbol con el Alondras en el Campo de Massó. Cuando venía el Celta acababa ganando siempre por lo que conseguía que los aficionados del Alondras acabasen cogiéndole manía al equipo vigués.
Cangas era el sitio para embarcar en los Barcos de Vapor para Vigo. Al principio de vapor y después de gasoil. Fundamentalmente el pueblo estaba unido a Vigo por este medio de transporte, ir dando vuelta a toda la ría en coche era una eternidad. Cuando había temporal y cerraban el puerto se quedaba aislado y había que esperar al día siguiente que amainase. Se corría la voz de que se iba a cerrar el puerto, y todo el mundo lo sabía para tomar precauciones de no perder el último barco.
Con el tiempo se iba no sólo a Cangas sino a los alrededores del pueblo, Coiro, la Cuesta del Cuco, la Magdalena, San Pedro, los montes como el Campana o el Castelo. Se hacían excursiones o se iba a las fiestas del principio de verano. Llevaba toda una tarde la salida y se retornaba por la tarde-noche. Incluso, al ir creciendo se iba a pasar el día entero a playas de la ría de Aldán, por la parte de Hío, sobre todo Areabrava. A finales de los sesenta no iba mucha gente a las playas, durante la semana menos, así que eran playas que se disfrutaban en soledad.  No estaba de moda el ponerse moreno.


POST DEL BLOG
Visita a Cangas
Los sábados y domingos se bajaba a Cangas a dar una vuelta si el tiempo lo permitía. En verano eran más frecuentes las visitas y, en particular, mis padres me llevaban al club Rodeiramar. En Cangas había dos clubs sociales, éste que menciono y el Casino. Tal vez representaban dos filosofías de sociedades, el club era más de veraneantes y el Casino, más de la gente de Cangas. Los dos desaparecieron con el tiempo, porque desaparecieron las barreras sociales y se crearon nuevas modalidades de ocio. Se bajaba a Cangas a estar en una terraza viendo pasar gente y charlando con los amigos y conocidos. Airiños, el Alondras, el de la plaza que llevaba Amador (El Galicia) y algún que otro, eran los que tenían mayor concurrencia. Se pasaba la tarde y al anochecer se recogía la gente. De pequeño podía terminar subiendo en la moto de Carlos o en los brazos de mis padres, medio muriéndome de sueño.


El club Rodeiramar
El club Rodeiramar estaba en el frente marítimo de Cangas, entre los dos muelles, a la izquierda el pequeño donde atracaba La Guapa, con su marquesina, y el de la derecha, el de los barcos de pesca, donde atracaba el otro barco de pasaje. En verano visitaba más a menudo el club porque había más actividad con los veraneantes. Al subir, estaba en una primera planta, había una habitación a la derecha donde se ponían las mujeres. Hacían unas grandes partidas de cartas todas las tardes, juntando dos barajas dado que era un grupo numeroso. La partida solía ser un pretexto, les gustaba estar hablando. La salita daba a la terraza y se entraba y salía con asiduidad. Al subir, a la izquierda, estaba la barra de la cafetería y un espacio amplio que constaba de la sala de la televisión al fondo y de la sala de juego, con mesas de jugar la partida de los hombres. Estos jugaban en grupos reducidos a lo mucho de cuatro. El interés general de estos era ganar la partida. También se jugaba al ajedrez. Separando ambos espacios estaba la mesa de billar. Había, enfrente de la barra del bar, un pequeño palco donde se situaban las orquestas cuando había baile. Luego estaba la terraza, muy amplia, desde donde se contemplaba la calle y el puerto, con su entrar y salir de los barcos. Tenía acceso desde ambas salas de juego. La pared de piedra estaba afectada por el salitre y se deshacía fácilmente en arenilla si se le pasaba el dedo. Al lado de la puerta de la calle, había el kiosco de los chistes dónde solíamos comprar sobres sorpresa y cromos de las colecciones de la época. Solía ver las series de televisión y los partidos. También veía las partidas, y sobre todo las de ajedrez. Otro entretenimiento era ver llegar y salir a los barcos o pasear la gente por la calle. Después de pasar la tarde volvíamos a subir a Salgueirón caminando de noche. Algunas veces subía en el pescante de la moto de Carlos. De los personajes más mayores que pasaron por allí se podía nombrar a Pepe Santodomingo, el dueño de los astilleros, a Paganini el de las conservas o a Canitró el de la mercería.


El barco de Vigo
El barco de Vigo era un clásico barco de pasajeros hecho de madera. Algunos trabajadores que iban a diario a trabajar a Vigo o los estudiantes que iban a los institutos o colegios de Vigo, solían viajar en la bodega del barco, donde había una bancada lateral y se veían las vigas que formaban el armazón del casco. Una vez yendo con temporal, unos cuantos que íbamos en la bodega salimos corriendo cuando un golpe de mar hizo que entrase agua por unas rendijas que había en la parte alta. Cuando había mala mar llegábamos a ir metidos en el puente con el patrón.
Barco de Pasaje, Cangas-Vigo


Temporal en la ría
Cuando había temporal en la ría el barco de vapor hacía un recorrido más largo. Para coger de proa y después de popa las olas, tenía que salir de Cangas en dirección hacia la salida de la ría y después enfilaba hacia el muelle de trasatlánticos de Vigo. A la vuelta hacía el mismo trayecto en sentido inverso. En este ángulo más agudo, en su recorrido primero pasaba muy paralelo a Salgueirón, y el verlo en esta maniobra era señal inequívoca de que el mar estaba complicado para ir a Vigo. Cuanto más paralelo iba a la costa más temporal había. En algunos momentos se llegaba a cerrar el puerto y entonces se suprimía el servicio. Estas maniobras las podía contemplar desde la ventana de mi habitación y, curiosamente, a mí me gustaban los días así de complicados.


Los balandros
Los balandros eran barcos que transportaban carga, generalmente entre Cangas y Vigo. Eran barcos que tenían mucha cubierta para poder llevar los bultos y un buen mástil con una pluma que se manejaba con poleas, para subir y bajar los bultos al muelle. En Cangas estaba Antolín que tenía uno y hacía el servicio con Vigo. Recuerdo que transportaba bombonas de butano cuando empezaron las cocinas de gas. Quino me cuenta que Massó tenía dos balandros, en uno de los cuales trabajaba su padre. Dice que una vez tuvieron que hacer un viaje hasta Avilés. No recuerdo bien esos balandros, uno de ellos al parecer se llamaba El Delfín, pero supongo que serían como el de Antolín, en cuyo caso me puedo imaginar lo arriesgado que tenía que ser navegar fuera de la ría con tales barcos.


Puestos de caramelos y demás chucherías
En Cangas los puestos de caramelos y chistes estaban situados en lugares estratégicos, en la zona de los muelles. En la esquina de la Fábrica de las Luces, delante del muelle grande, había uno, entre los dos muelles estaba otro, el de Vilerma, y, en el muelle de la Guapa, había un tercero. Tenían toda clase de golosinas y cosas de niños, pero también vendían fruta, se conoce que para el viaje a Vigo. Luego estaba el quiosco del Sr. López en la Alameda, que se dedicaba fundamentalmente a la venta de la prensa. Delante del cine Avenida había otro quiosco, orientado para la gente que iba al cine, aunque también se ponían puestos ambulantes en la misma entrada del cine. La de Leta tenía también su correspondiente puesto. Al lado de la Plaza, en la entrada norte, había un puesto con un carrito de helados al corte. En el barrio Chino, al lado del Campo de Futbol del Alondras, también había  otro, que servía cuando se iba al futbol o a la playa. Nosotros, como niños que éramos, controlábamos estas posiciones porque era dónde podíamos gastar nuestras perrillas.


Los sobres sorpresa
Los niños solíamos comprar en las tienditas diversos elementos para nuestro entretenimiento, con algunas perrillas que disponíamos. Había caramelos, chicles, pipas y toda suerte de golosinas, entre las que destacaban los platanitos y unos caramelos que asemejaban a cortes de tallo. Pero también podíamos comprar sobres de estampitas para acabar la colección del momento, y chistes de todo tipo, desde el TBO hasta Hazañas Bélicas o el Jabato. Había, también, los sobres sorpresa, que contenían cosas variadas, y, como su nombre indica, que podía uno disfrutar de encontrar sorpresas de figuritas o juguetitos variados como, por ejemplo, voladores al estilo de aspas de helicóptero. Recuerdo la tienda que había al lado del club Rodeiramar, con la señora Vilerma (si no me equivoco) metida en aquella ventana, con los chistes colgados con pinzas, cual piezas de ropa, en su interior. ¡Era lo que había!


La de Barca
Hubo una época en que andábamos en bicicleta para ir a todos los lados, incluso llegamos a ir hasta Beluso, y, claro, teníamos que arreglar los pinchazos que ocurrían a menudo. Los suministros estaban en Cangas, en el taller de Barca, enfrente del muelle de la "Guapa", y solíamos caer por allí de vez en cuando. Disponíamos de unas cajas de parches y del pegamento especial que había a tal efecto que, junto con una hoja de papel de lija, nos permitía arreglar tubulares y seguir montando en bici.


El Bonito y el Vigués
El Bonito y el Vigués eran dos peluqueros de Cangas que me cortaban el pelo. Tenían la peluquería en la calle San José, que era un cuartito pequeño a pie de calle con dos sillas de peluquería y un banco para sentarse y esperar turno. El Bonito hablaba mucho con su voz afónica y el Vigués lo hacía poco, como con cierta timidez. El Bonito era masajista del Alondras los domingos, por lo que la peluquería se convertía también en lugar de tertulia futbolística, sobre todo los fines de semana y los lunes. En verano había moscas y mientras cortaban el pelo o afeitaban le daban al cliente una escobilla, acabada en tiras de tela, para que las espantara. Cuando llegaba la hora de cerrar se cerraban las puertas y los últimos clientes quedaban dentro haciéndose la faena. Al final, cerraron la peluquería definitivamente cuando se jubilaron, no tuvieron quien siguiera el oficio, al Vigués no le recuerdo familia y al Bonito, que tenía un hijo que venía por la peluquería, tampoco le sucedió nadie. 


El zapatero de Balea
El de zapatero era uno de los oficios más útiles en la época. Los zapatos se remendaban y se arreglaban cuando se rompían o se quedaban pequeños, y no sólo los de las mujeres, los de caballero y los de niño. Había un zapatero en Balea al que íbamos de vez en cuando enviados por nuestras madres, aunque también íbamos a arreglar balones y botas de fútbol. Lo singular era el sitio en sí --habitual por otra parte de todos los zapateros-- era oscuro, con un olor intenso, con hojas de revistas de chicas con poca ropa o con equipos de fútbol  en las paredes y, en el centro, el zapatero sentado, con su minusvalía, con su delantal de cuero, hablando con todo el mundo.


El Forte de Balea
El Forte de Balea era un bunker de una batería costera que se debió de construir durante la guerra civil española. Probablemente serviría para defender la entrada a la Ría de Vigo. Lo que quedaba era aquella explanada con los sólidos habitáculos subterráneos dónde se parapetaban los artilleros, no había más restos que la estructura de la construcción. Los niños nos metíamos por aquellos recovecos que dejaban ver por sus ventanales el mar de la ría y esta visita coincidía con la que hacíamos al zapatero.


Compitiendo en las Fiestas del Cristo
Desde Salgueirón esperábamos con entusiasmo que llegaran las Fiestas del Cristo de Cangas, tanto por las diversiones y los bailes como por las competiciones deportivas que se celebraban por las mañanas. Una de las veces, Fernando y yo, nos preparamos y nos apuntamos a participar en la travesía a nado desde un muelle al otro del puerto de Cangas. Recuerdo cómo mi participación se redujo a la salida en aquella mañana que nos pusimos en la borda de aquel pesquero. Cuando estábamos en posición, antes de dar la señal y por la premura de salir, me lancé al agua antes de tiempo con lo que en mi inmersión iba imaginándome que me iban a descalificar, oyendo a la vez los chapoteos de los demás a los que supuestamente había inducido a lanzarse antes de tiempo, a la par que sorprendiéndome por la cantidad de algas que había y con desagrado por el sabor a gasoil que tenía el agua. Cuando salí a superficie después de todas aquellas prolongadas sensaciones (¡en apenas segundos!), observé que toda la cuadrilla ya se había lanzado e iba por delante de mí a toda pastilla. Ya sólo me quedó nadar dignamente hasta el otro muelle para completar mi honrosa participación.


Tiro al plato en Areamilla
Entre Areamilla y la playa del Medio hay una zona muy pedregosa, con una pequeña playa que casi no tiene arena, enfrente la Borneira. En un momento dado allí se preparó una zona para el tiro al plato. Disparaban hacia el mar. En épocas de fiestas se organizaban campeonatos de tiro al plato, llegaban tiradores de todos lados, aunque más bien hay que decir que muchos debían de ser cazadores reconvertidos, con ganas de pegar unos tiros. En un pequeño bajo, protegido delante del tirador, estaba el que lanzaba los platos con aquel artilugio mecánico. A la voz del tirador, cada uno con su propio estilo, se lanzaba el disco variando el ángulo y sonaban a continuación uno o dos disparos según terciara. Al final de estas jornadas quedaban los cartuchos esparcidos por el área como señal de que había habido tiro al plato.


Espejismos en Areamilla
Los días que apretaba fuerte el calor en verano, desde Areamilla se observaba un fenómeno meteorológico curioso, la formación de una franja horizontal en el horizonte que parecía querer elevar las Islas Cies o la costa de Bayona. Por efecto de la evaporación del mar se reflejaba éste en ese vapor impidiendo ver con claridad la línea del horizonte, amplificándola incluso y dando la impresión de que la tierra de enfrente tenía un zócalo. Lo mismo ocurre en el asfalto cuando está muy caliente y se convierte en un espejo haciendo desaparecer la carretera. Los niños imaginábamos que aquello podía ser un fenómeno similar al que ocurre en el desierto, aunque en este caso en vez de arena había agua.
Playa de Areamilla


¿Una fuga en Areamilla?
Tengo un recuerdo borroso que tal vez me lo haya inventado, pero algo me suena de que una vez se escapó alguien de la Guardia Civil y se tiró al mar entre la Congorza y Areamilla y fue nadando hasta el "con" que hay por allí. Tuvieron que ir hasta el islote los guardias para poder apresarlo. ¿Alguien se acuerda de ésto? También me acuerdo, y debe de ser que era por aquella época, de ver hacer rapetadas en la playa de Areamilla al atardecer. Con unas chalanas y desde la playa traían arrastrando la red hasta alcanzar la playa con aquella bolsa final medio llena de pescados, con algunos salmonetes y algunas sollas entre otros.


Bañarse en Areamilla
Areamilla es la playa más importante de Salgueirón, no es muy grande que digamos pero tiene bastante amplitud y fondo despejado como para poder bañarse en cualquier marea. Con marea baja hay fanecas bravas y buena cuenta de ellas di yo un día que me picaron. En la playa jugábamos a menudo al fútbol con la gente de Balea y después de sudar un rato apetecía darse un buen baño, a pesar del agua fría que suele haber. Recuerdo que en esta playa aprendí a nadar a kroll por primera vez, que coordiné los movimientos de los brazos con la respiración acompasada con la cabeza metida en el agua. Es curioso pero esos momentos en que uno se da cuenta que domina una situación quedan grabados para siempre. Recuerdo que estaba ese día en la playa Alicia la hija de Chiquitina y fue testigo de mi logro. Curioso, ¿no?
Un día de playa en Areamilla


Playa de la Congorza I
En primer plano una gamela y una chalana, la playa a continuación y los edificios de la Ballenera al fondo. Detrás del fotógrafo estaría el Matadero y la Laguna.
El camino que hay sobre el muro lleva al muellecito. La playa de la Congorza (¿de dónde vendrá ese nombre?) es pequeña y se usaba entonces para poner las gamelas y chalanas, a lo sumo algunos bañistas la usaban para tomar el sol. El principal problema entonces era la sangre del Matadero que dejaba la pequeña rada de color rojo cuando se mataban las vacas.


Playa de la Congorza II
La playa de la Congorza era pequeña, estaba llena de gamelas y chalanas, y rara vez nos bañábamos en ella porque cuando mataban ganado en el Matadero toda la sangre teñía el agua de rojo, cual plaga egipcia, y porque resultaba más atractivo bañarse en el muellito, sobre todo con marea alta. Desde el muellito nos lanzábamos corriendo a ver quién alcanzaba más distancia en el salto. Cuando había mareas vivas el mar llegaba a cubrirlo. Recuerdo ver pescar bruños con marea baja entre el muelle y la playa, con una gamela y un cajón con cristal para ver el fondo y un bichero.

Playa de la Congorza (Faro de Vigo)

El campo de fútbol
En el campo de Massó era donde jugaba el Alondras pero también donde se celebraban otros muchos partidos. Lo primero que recuerdo eran los partidos de solteros contra casados en las fiestas de San Cristobal y también se jugaban partidos de infantiles y juveniles de ligas menores. Los partidos importantes los jugaba el Celta contra el Alondras en las Fiestas del Cristo y casi siempre ganaba el Celta. Una vez vino Peiró a jugar un partido. Era la época de Pazolo, Kubala y Sangabriel entre otros. Los niños nos subíamos al muro o les dábamos algún dinero a los porteros para que nos dejaran pasar y así poder ver los partidos. Hubo una época en que el Alondras tenía que ir a jugar a Asturias y el club compró un miniautobús en el que se desplazaba el equipo pero se tenían que dar unas palizas terribles de viaje. De Salgueirón jugaron en el Alondras, José, el hermano de Quinito, y Miguel, el hermano de Merche.


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Capítulo XI

Época de cambios
El paso de los sesenta a los setenta es un momento de grandes cambios a nivel de España, y también a nivel mundial, hay un creciente aumento del desarrollo tecnológico y económico que llega al día a día de la gente, incluso desde Salgueirón se perciben esos cambios en detalles cotidianos como la aparición de la televisión, el teléfono, la cocina de gas, la nevera eléctrica, etc.
Las tiendas de aceite y vinagre como la de la señora Francisca se sustituyen por supermercados, el primero de la zona lo pone Mucha en el barrio de Rotterdam, probablemente traen las ideas los que retornan de la emigración. Con ellos vienen los productos refrigerados y congelados. Hay leche del día refrigerada en bolsas pero leche de larga duración en botellas de cristal y tetrabrik. Aparece la longaniza de chorizo y el jamón york. Se acaban los bocadillos de plátano o de natas con azúcar.
Empiezan a circular los coches particulares, las carreteras se asfaltan, hay tocadiscos para hacer guateques como los que se hacían en el Garaje de Pancho. Don Bernardo, el cura de Darbo, trae los aires del Vaticano II, venía a hacer visitas a la Escuela en moto, otras veces venía en un coche-huevo y llena las iglesias de su parroquia de cables, altavoces y micrófonos. Acaba haciendo un tele-club en un local que pertenece a la parroquia de Darbo pero que prácticamente está en Cangas, al lado de la gasolinera.
En Salgueirón se empiezan a comprar los coches, el Seat 600, el 127, el 850, los Simca, con el consiguiente problema de aparcamiento. Carlos Ocaña se compra un Gogomobil, un coche pequeño en el que era difícil entrar si se era alto. En la Carretera de Arriba hay varios garajes, están los de Pazos y Pancho hace el suyo. En la de Abajo se suelen dejar los coches en la calle o en el Campiño. El veterinario también hace el suyo en la finca. Al final se usa el Garaje de Massó para dejar algunos coches.
En Cangas empiezan a crearse las primeras discotecas, empiezan a decaer las verbenas de las fiestas, se cierran los cines antiguos de una única sala y aparecen los multicines. Las relaciones entre parejas se empiezan a redefinir, hay conflicto generacional en este sentido entre padres e hijos. Hasta aquel momento los chicos, y sobre todo las chicas, se casaban muy jóvenes, salir de la escuela, hacer de aprendiz para entrar a trabajar, y casarse, eran las etapas de vida. Las cosas empiezan a cambiar, comienzan las relaciones prematrimoniales, y la mujer se empieza a incorporar al mercado laboral.
En España entran los tecnócratas del Opus en el Gobierno. Aparece el fenómeno de ETA. Se descoloniza Guinea Ecuatorial y hay el conflicto de Sidi Ifni. Aparece la EGB de Villar Palasí, desaparecen las escuelas unitarias como la de Massó y se crean los grupos escolares, los de Salgueirón quedan adscritos al grupo de San Roque.
A nivel mundial se vive la guerra fría con la crisis de Cuba, la guerra de Vietnam, el asesinato de Kennedy y la llegada del primer hombre a la Luna. Portugal vive la descolonización de Angola y Macao. Secuestran el Santa María, el trasatlántico portugués que se solía ver a menudo en el muelle de Vigo. Son épocas de cambios sociales que preconizan lo que viene en el final de siglo y la época que vivimos.


POST DEL BLOG
Llega la tele a Cangas
Esto ya lo he contado otra vez, pero ahora lo asocio con el día que hacía y con el sitio  y el ambiente. Una de la primeras teles que llegaron a Cangas fue la del bar Alondras (tuvo que ser al principio de los años 60). Mi hermana y sus amigas decidieron ir a verla por primera vez y yo con ellas. Era la primera vez que iba a ver la televisión en mi vida, era Semana Santa, tal vez era domingo, una de esas tardes en las que el ocaso solar dura un montón, el caso es que era por la tarde y había mucha luz todavía, recuerdo que me senté pegado a la pared, entrando a la derecha, había mucha gente, y enfrente en alto estaba la tele (no sé si pedí una gaseosa) ¿Qué fue lo primero que vi? ¡Una procesión de Semana Santa! No me resultaba muy grato, la primera impresión fue algo lúgubre, no me esperaba aquello en aquel día tan luminoso. Empezaba mal. ¡Tanta ilusión para aquella decepción! Salí con ganas de no volver a verla.


Primeros satélites
Ahora que celebran los 50 años del viaje de Gagarin, recuerdo que mi tío Antonio y Avelino Boullosa hacían seguimiento en Cangas de los primeros satélites que empezaron a lanzar los rusos y los americanos. También estaba la perra de Adolfo, el de la Cantina, que se llamaba Layca, supongo que en honor a su homónima viajera. Desde la Alameda de Massó, en las noches oscuras, veíamos pasar satélites acostados sobre las entradas del aljibe. Eran puntos luminosos que semejaban estrellas pero con la diferencia de que éstos se movían con mucha velocidad. Era entre los años sesenta y setenta. Ahora, cuando se puede ver un cielo estrellado, no es raro ver esos movimientos de satélites, por aquel entonces, estaba la carrera espacial en todo su auge.


Mirando las estrellas
Por la noche había suficiente oscuridad como para que se pudieran ver las estrellas en las noches despejadas. Nos echábamos sobre los depósitos de la Alameda, boca arriba, y mirábamos todo aquel firmamento. Lo que distinguíamos bien era la Vía Láctea, del resto no estaba la cosa muy estudiada. Recuerdo que en un momento dado se empezaron a ver estrellitas luminosas que recorrían el cielo a bastante velocidad, satélites artificiales posiblemente, porque de aquella no había tanta aviación comercial como ahora y porque la velocidad era considerable. Tal vez, la mejor época para estas observaciones era en otoño aunque el tiempo no acompañara para estar al relente.


El cometa de San Roque
Tuvo que ser a finales de los 50, porque yo era muy pequeño, cuando apareció un cometa por encima de San Roque, visto desde Salgueirón. Lo recuerdo con la imagen típica de los cometas con una estrella y una cola, tal como el del portal de Belén. Al anochecer estaba siempre allí situado, lo veía desde la ventana de atrás de mi casa antes de irme a dormir, y duró bastante tiempo. Para mí se convirtió en un paradigma de imagen de cometa que después no he vuelto a ver, porque los cometas de todos estos últimos años tenían otra forma, eran redondeados y semejaban un proyectil.


Viajes de Colón y de Armstrong
Me quedó presente un debate en la entrada de la Alameda Pequeña con Fina, Estrella y Juan, el de Ribadavia (y tal vez alguien más), sobre qué había sido más meritorio si el descubrimiento de América o la llegada del hombre a la Luna. Me quedé solo en la defensa del viaje lunar frente a la otra tesis que consideraba que Colón había tenido pocos medios mientras que Armstrong y sus compañeros iban con todo programado. Hoy en día sigo manteniendo que el viaje a la Luna requería un esfuerzo mayor por parte de la humanidad y, aunque fuera todo muy estudiado y con el objetivo a la vista, implicaba enfrentarse a un riesgo grande, mientras que lo de Colón era más una aventura como otras tantas que se habían ya protagonizado por muchos otros exploradores (contando con que el Almirante tenía también su preparación técnica de lo que iba a hacer). De todas formas ambos momentos son grandes hitos de la humanidad.


Un avión Saeta sobrevolando Salgueirón
Adolfo, el de la Cantina, tenía un hijo piloto -- así lo recuerdo--, que sobrevolaba Salgueirón en un avión militar Saeta. Hacía varias pasadas sobre la Cantina y después se iba. Ésto ocurrió varias veces. La primera vez sorprendió pero, después, ya era algo normal. No sé desde dónde venía, tal vez desde Vigo. También recuerdo que una vez vino un portaaviones americano a Vigo y unos cuantos aviones hicieron vuelos rasantes por encima de Salgueirón. Tanto ruido hicieron al volar tan bajo que al pasar encima de mí, me caí hacia atrás del susto.


El Santa María
El Santa María era uno de los trasatlánticos que venía regularmente a Vigo, tenía bandera portuguesa y era de color blanco con chimenea amarilla. Hubo un año en el que se armó un gran revuelo, unos piratas habían secuestrado el trasatlántico por motivaciones políticas más que económicas. Al frente estaba Galvao, un personaje desconocido hasta entonces y, para los niños que éramos en aquella época, se nos escapaba la motivación última de semejante acción. El incidente se resolvió al poco tiempo y resultó extraño volver a ver aquella silueta blanca entrar por la ría con destino al puerto de Vigo.


La votación de 1967
Recuerdo la votación del 67 como algo insólito. Después me enteré que se votaba la Ley Orgánica del Estado, la sucesión del régimen y el primer paso para la monarquía. Recuerdo que la urna estaba en la escuela de Balea, al lado de Simón, y que iban los trabajadores de la Fábrica a votar y recibían un justificante de haber votado. En el ambiente ya se daba por supuesto cuál iba a ser el resultado final, aunque decían que había habido algún voto en contra.


Los Brincos, Los Bravos, Fórmula V,...
El tocadiscos de Estrella y Fina nos trajo el sonido de los discos singles de la época y nos convertimos en la generación ye-ye, nos apuntábamos a tal o cual grupo como incipientes fans como aficionados de un equipo, y bailábamos con los nuevos ritmos modernos. A mí me gustaban preferentemente Los Brincos sin ningún motivo aparente, tal vez porque tenían un estilo más nacional, y también Los Pekenikes. De fuera me gustaban Los Beatles. Veníamos de las rancheras y los pasodobles que escuchábamos por la radio, sonaba Antonio Machín entre otros, y aquella nueva música conectaba más con la juventud.


La canción más antigua...
La canción más antigua que recuerdo puede ser que sea "Marina", aunque también está entre las primeras la de "Lavanderas de Portugal". Supongo que las habría oído a través de la radio, ya que era la única fuente de audio que había a comienzos de los sesenta, más improbable era que se la oyese cantar a alguien porque no recuerdo que la gente cantase mucho. Luego se pusieron de moda las canciones sudamericanas y, particularmente, las rancheras. Había la costumbre de pedir al programa, supongo que por carta, que dedicasen tal o cual canción a unas chicas o una novia o amigas, era la modalidad de canciones con dedicatoria que supongo que oirían los que estaban implicados. Las de Jorge Negrete, Antonio Machín o Los Tres Sudamericanos, estaban entre las solicitadas. En las fiestas del pueblo, las orquestas reproducían, también, las canciones sudamericanas, intercaladas con los famosos pasodobles españoles, pero luego empezaron los yeyés y ya fue otra cosa.

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Capítulo XII
La Fábrica se viene abajo
A finales de los ochenta la empresa  empieza a tener problemas, es una empresa muy grande por su carácter de autosuficiencia y los costes y los salarios empiezan a subir. Por otro lado hay un aumento de la importancia de los congelados en detrimento de las conservas de lata. En esos años hay esfuerzos en la factoría por adaptarse a los nuevos tiempos. Se moderniza la gestión con un departamento de informática, se trae un Univac a las oficinas y se informatiza la administración. Aparecen nuevos productos como las sopas de sobre. En la que era la fábrica de redes se sella cerrando todo el exterior convirtiéndola en una nave de frio. Sin embargo todo esto no es suficiente para parar lo que se avecina.
En 1991 fallece Gaspar Massó y son varias las familias de primos las que quedan al frente de la empresa con la consiguiente fragmentación de intereses que son difíciles de conciliar. Los últimos años son de creciente conflictividad con los trabajadores, pues estos ven que la empresa va perdiendo viabilidad y peligran sus puestos de trabajo. Aún con la Fábrica parada en la producción, los trabajadores deciden ir a sus puestos de trabajo sin tener nada que hacer, con la esperanza de consolidar derechos para ser indemnizados. Se busca que alguien se responsabilice de ellos. Desparecen stocks de conservas porque ya no se pueden controlar los almacenes. Hay secuestros de los directivos y encierros. Manifestaciones y cargas policiales en Santiago de Compostela. A principios de los noventa la Xunta acaba por hacerse cargo de la empresa con un aval para la compra de la misma y un plan de viabilidad, pero no funciona y la  lleva a su cierre definitivo. Los elevados costes de mantenimiento, la incapacidad de reducir plantilla y la falta de ideas de actualización empresarial llevan al punto final.
Curiosamente a la vez que desaparece Massó Hermanos surge al lado, a la altura de la antigua fábrica de Cervera la empresa Frigoríficos del Morrazo,  dedicada a los congelados de pescado, un nuevo paso empresarial en la comercialización del pescado. Tal vez fuese el camino que debería haber emprendido Massó para poder sobrevivir.
Después de más de veinte años todo el complejo de Massó de Cangas sigue sin encontrar una solución definitiva. La Fábrica se ha ido deteriorando hasta que al final el Ayuntamiento decidió cerrar todos los ventanales con placas metálicas y ha ido construyendo un paseo marítimo hasta la Ballenera. Sigue pendiente el uso que se puede dar a la zona y a las antiguas instalaciones. Las casas se han mantenido con sus propietarios, han conservado en parte el estilo que tenían con las nuevas remodelaciones. Queda por definir qué hacer con el complejo de la Ballenera, con la Laguna, con el Campo de Futbol, con el campo de Redes, con el Hotel, con la Casa y Jardines de Don Paco, con la Cantina, con la Guardería y con los muelles y playas como la del Varadero o la de la Conchiña.



POST DEL BLOG
Un centro de cálculo en la Fábrica
En lo últimos años de vida de la Fábrica se hicieron esfuerzos por modernizarla, entre otras cosas se creó un centro de cálculo que, según recuerdo, se puso en marcha con un ordenador IBM (¿360 ó 370?). Esto fue a principios de los setenta lo cual indica lo avanzada que fue la medida. Vino un asturiano de Pola de Siero a trabajar en el centro de cálculo que casualmente era conocido de mis padres. No sé cómo pero yo tenía una de aquellas tarjetas perforadas que se usaban en el ordenador, tenía un tamaño bastante reducido comparado con el de los tarjetones habituales y eso ya me parecía un avance. ¡Pero la informática tampoco salvó a Massó!


Sueño con mi casa
Sobre 1974 calculo que fue cuando mis padres dejaron la casa de Massó en la Alameda y nos fuimos a vivir a Cangas, a la Fuente Ferreira. Pues aún es hoy el día en que por la noche me asalta el sueño de que vuelvo a vivir a mi casa de Salgueirón. En el sueño vive otra gente en esa casa pero yo me cuelo aprovechando unas posibles vacaciones de los moradores. Las escenas transcurren en el salón de entrada y como mucho en el comedor y en la cocina. Suele salir también el cuartito de atrás que hacía de almacén de cosas de casa. Creo que también salen las escaleras. Me siento a gusto a pesar de que estoy de medio intruso, lo cual no deja de sorprenderme. Ya me gustaría que hubiéramos conservado la casa, pero no pudo ser, sólo me queda visitarla en sueños, con la Alameda intacta, cosa que ya no existe, y tal vez esto es una de las ventajas de soñar. Algún día encontraré la razón de este sueño, y ya veremos qué pasa, lo digo porque curiosamente ciertos sueños que he tenido en alguna época de mí vida han tenido luego una explicación, fueron como adelantos de mí futuro, porque como en la vida en vigilia las cosas ocurren por algo que luego necesitamos, también en la vida onírica debe de pasar algo parecido.


La otra noche soñé
Soñé que estaban restaurando los alrededores de la Fábrica. Había un nuevo lavadero que ahora dedicaban a expositor de artesanía (¿?), había de nuevo otra Guardería y la Carpintería la estaban restaurando. Yo me decía: "Si no dejaran esto abandonado tanto tiempo no tendrían que gastar tanto en arreglarlo". ¡Volvían a poner lo que había!; la mente que juega estas malas pasadas. ¡Un lavadero dedicado a la artesanía! ¡Qué cosas! El Lavadero lo utilizábamos los niños para correr por encima de los pilones jugando a la pita. Con el tiempo se fue ensuciando y ya no entrábamos. Lo que sí hacíamos era jugar en los árboles que había entre las dos escaleras y por el pasillo intermedio. Tenían un olor raro aquellas hojas pero se subía fácilmente por las ramas.


Los de Salgueirón
Estuve en Cangas estos días y me encontré con gente que vivía en Salgueirón en los años 60. Estuve con Quino el hermano de José, con Gloria la hija de Rafaela, con Jose Antonio Perales, con Pepe el de Balea (me hablaba de Don Armindo), aparte de la gente de la pandilla, y saludé de lejos a alguno otro más (Mauro, Guillermo,..). Hay una nostalgia en todos nosotros de aquellos años, en parte por aquello de que los recuerdos siempre son positivos pero también hay una experiencia positiva de la vida en aquel entorno.