domingo, 16 de noviembre de 2014

El depósito de la Alameda

La Alameda que estaba delante de mi casa encubría un depósito-aljibe de agua para suministrar a la Fábrica. Para nosotros, los niños de la zona, aquellos rectángulos cuadrados que había eran como bancos para sentarse, al principio con tapas de latón (que quemaban con el sol) y después de cemento. También servían para jugar de mil y una formas, saltar de unos a otros evitando que te pillasen, empujarnos unos a otros para hacernos caer,...Pero claro, cuando aparecieron los de la fábrica, destaparon aquello y se metieron dentro, se nos reveló la verdadera naturaleza de aquello que estaba bajo nuestro patio de juegos, ¡había mucha agua allí abajo!. En un momento dado estuvieron poniendo unos medidores automáticos de nivel, algo parecido a lo que tenían las cisternas que cuando el agua llegaba hasta allí se cerraba el grifo. Toda aquella agua debía de venir del pozo que había en la Sierra que por inercia iba llenando el aljibe y tal vez había que controlar que no desbordase. Realmente el aljibe estaba bien construido porque no rezumaba agua por ningún lado que delatase su naturaleza, ni siquiera hacia la finca de Fernando a la que daba uno de los laterales -- el otro daba hacia la carretera con menor altura y los otros dos quedaban disimulados con el nivel descendente de la propia Alameda. Uno de los episodios trágicos de mi infancia fue caerme desde la pared que daba a la carretera y abrirme la cabeza con el bordillo de una canaleta que daba al aljibe. Me queda el recuerdo de una cicatriz y medio abollamiento en mi cabeza, y con ello puedo decir que ya no me he olvido del aljibe en mi vida.

lunes, 27 de octubre de 2014

Sueño con mi casa

Sobre 1974 calculo que fue cuando mis padres dejaron la casa de Massó en la Alameda y nos fuimos a vivir a Cangas, a la Fuente Ferreira. Pues aun es hoy el día en que por la noche me asalta el sueño de que vuelvo a vivir a mi casa de Salgueirón. En el sueño vive otra gente en esa casa pero yo me cuelo aprovechando unas posibles vacaciones de los moradores. Las escenas transcurren en el salón de entrada y como mucho en el comedor y en la cocina. Suele salir también el cuartito de atrás que hacía de almacén de cosas de casa. Creo que también salen las escaleras. Me siento a gusto a pesar de que estoy de medio intruso, lo cual no deja de sorprenderme. Ya me gustaría que hubiéramos conservado la casa pero no pudo ser, sólo me queda visitarla en sueños, con la Alameda intacta, cosa que ya no existe, y tal vez esto es una de las ventajas de soñar. Algún día encontraré la razón de este sueño, y ya veremos que pasa, lo digo porque curiosamente ciertos sueños que he tenido en alguna época de mí vida han tenido luego una explicación, fueron como adelantos de mí futuro, porque como en la vida en vigilia las cosas ocurren por algo que luego necesitamos, también  en la onírica debe de pasar algo parecido.