martes, 22 de junio de 2010

Indios y vaqueros

El juego favorito de pequeños era el de indios y vaqueros -en el caso de los niños-, unos hacían de indios y otros de vaqueros, se disparaban tiros imaginarios y de algún modo se eliminaban de la refriega. Era la influencia de las películas americanas de este género (las películas de Alan Ladd y demás). No había ningún personaje en concreto, todo lo más el indio Jerónimo, el caso es que los indios eran como los malos y los vaqueros los buenos. Llegábamos a construir las pistolas de madera y los arcos y flechas con palos. En Reyes pedíamos pistolas de estralos para mejorar la parafernalia. Teníamos, también, figuritas y fuertes para jugar, montábamos una escenografía y hacíamos las batallas moviendo con las manos los indios y los vaqueros. Cuando íbamos a ver las películas y aparecía el séptimo de caballería para salvar a los buenos, la gente se ponía a aplaudir a rabiar como reconocimiento de aquella buena acción que acababa con la maldad de los malos, los indios, por supuesto. Con el paso de los años me he convencido de que sufrimos manipulación de los sentimientos,..., los buenos y los malos no son tan fácilmente reconocibles.

viernes, 18 de junio de 2010

Cuando había luciérnagas

En el anochecer de los días de verano, cuando hacia calor, se veían luciérnagas (¿vagalumes?) en Salgueirón. Eran pequeños insectos alados, del tamaño de un mosquito grande, con la parte inferior de su cuerpo con luz verdosa. Era corriente verlas aunque lo más fascinante era ver el mecanismo luminoso. Fueron desapareciendo por alguna razón, probablemente debida a la acción humana, tal vez sean insectos indicadores de pureza medioambiental, de esos que son los primeros en sentir los efectos de la contaminación. ¿Las volveremos a ver por Salgueirón?

domingo, 6 de junio de 2010

Los carrachos

El otro día escuché esta palabra en la tele y me acordé de los carrachos (garrapatas) que cogía mi perro en primavera. Empezaban por ser pequeñas arañitas por medio del pelo y acababan hinchándose de sangre detrás de sus orejas. Ésta era una de las causas por las que el Roll se embadurnaba de desechos de ballena, lo hacía para desparasitarse. Cuando ya los tenía enganchados se los quitábamos echándole aceite y arrancándolos cuando estaban debilitados. Los carrachos se veían entre la yerba por la que andábamos tirados todo el día, sin embargo no recuerdo que llegasen a engancharse en ninguno de nosotros, aunque sí se comentaba que había algún caso que había ocurrido fuera de la zona.

jueves, 3 de junio de 2010

La marea roja

En un momento determinado se empezó a ver sobre el agua de la costa unas manchas rojas, algo parecido a una contaminación de gas-oil, pero de color rojizo. Se empezó a decir que si las aguas "purgaban", que si eran microorganismos, aunque lo curioso es que antes no se veía tal cosa. Se aceptó como un proceso natural que impedía comer el marisco libremente, aunque para los baños no tuvo especial repercusión. La fábrica tenía sus vertidos por detrás del muelle y, en ocasiones, se extendía una mancha blancuzca con fuerte olor a pescado, aunque en esas circunstancias había abundante pescado, sobre todo mújeles, que venían atraidos por el supuesto alimento. Los residuos de la ballenera que iban al mar podían llegar hasta Rodeira y el matadero dejaba la Congorza toda de color rojo cada vez que se sacrificaban animales. En aquella época no había noción de la contaminación.