jueves, 22 de julio de 2010
Colchones de lana
Puede ser dificil de creer pero en los años 60, al llegar el buen tiempo, se cogían los colchones de lana, se descosían, se les sacaba toda la lana, se lavaba la lana y la funda, se secaban ambas y se volvía a meter la lana dentro y se cosía. Este lavado de colchón eran tres días por lo menos. La lana había que desapelmazarla antes de volver a meterla para que el colchón quedase mullido. Aún no se había inventado el colchón de muelles, las fábricas de colchones actuales vinieron después. Recuerdo que solía ser una tarde soleada dando el sol en el salón y todo aquello desparramado por el suelo dejando pasar la tarde hablando de todo un poco.
El pedramol y el limón
Aquellas cocinas de hierro había que fregarlas con estropajo de esparto y pedramol. Lo mismo las sartenes, hasta que quedaban relucientes. Los restos del limón también actuaban como buenos desengrasantes, se recurría a productos naturales y a mucha fuerza de brazos. Los pisos de madera había que fregarlos rodilla en suelo con cepillos de cerdas, cuanto más duros mejor, y no me extrañó que se inventara la fregona visto el sacrificio que representaba semejante lavado. No podemos olvidar los pilones, con frio o calor, restriga que te restriega para que quedasen blancas las sábanas. Recuerdo que la ropa blanca había que ponerla al sol para que se clarease y en invierno acababa tiesa por congelación. El trabajo de casa en aquella época era bastante duro, no había las comodidades de hoy en día, y eran nuestras madres las que cargaban con casi todo.
jueves, 1 de julio de 2010
Vida doméstica
LIMPIEZA.- Nuestras casas olían a lejía, producto muy común para fregar los suelos de baldosas ( con cepillo y de rodillas). Para lavar la ropa se utilizaba el jabón Lagarto y cuando se empezaron a usar los detergentes en polvo las marcas que recuerdo eran: OMO, ESE.
Para la limpieza de los muebles no me consta que se utilizara ningún producto que los abrillantaba; y para quitar el hollín de la cocina de hierro se usaba el PEDRA MOL ( piedra blanda para fregar).
MOBILIARIO.- En nuestras casas había un único televisor (en blanco y negro) que emitía la programación a partir del mediodía con la Carta de Ajuste. La marca del de mi casa era TELEFUNKEN.
Dormíamos en colchones de lana, hasta que llegaron los primeros PIKOLÍN y nos abrigábamos con unas mantas finas que llamábamos cobertores. No existían los modernos somieres, sino los metálicos que muy pronto perdían la horizontalidad. En la cabecera de la cama colgaba un interruptor que llamábamos “pera” por su forma. En mi casa, como en otras muchas, había lo que llamábamos “cama turca” ( plegable y cubierta por una cortina estampada) que se utilizaba en caso de visita.
Único era también el teléfono, colgado en la pared o sobre el mueble de entrada. Para poder hablar había que llamar a una centralita y darle el número ( de dos o tres cifras) con el que queríamos comunicar.
ALIMENTACIÓN.- Recuerdo con cierta añoranza algunos productos y marcas que marcaron nuestra infancia como el chocolate DOLCA y las galletas CUÉTARA. La leche la traía a casa la lechera en unos recipientes de lata, directamente de la vaca, sin tratamiento alguno. Al hervirla y enfriar, quedaba una capa de nata gruesa que con frecuencia la extendíamos en el pan espolvoreada con azúcar; ( era una de mis meriendas preferidas).
Una bebida común en nuestras casas era la gaseosa (FEIJÓO), que un camión traía por caja ( de madera)todas las semanas.
GOLOSINAS.- Los chicles eran de la marca BAZOKA y las pipas FACUNDO. Los helados eran cortes (de nata, vainilla , fresa o chocolate) o polos de hielo (con sabor a limón o fresa).
ÁLBUMES.- Coleccionar cromos era una de nuestras distracciones favoritas. Recuerdo una de animales, otra de deportes y alguna relacionada con series de televisión como “Viaje al fondo del mar”.Poníamos mucho interés en terminar la colección aunque siempre había algún cromo ( el escasito) que nunca aparecía. Cuando el pegamento IMEDIO se acababa, los pegábamos con una pasta hecha de harina y agua, e incluso lo intentábamos con monda de patata, aunque el resultado no era siempre el deseado.
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