El Carnaval era época de orejas y filloas. Las orejas eran una masa que se freía y luego se espolvoreaba con azucar y canela; quedaban retorcidas y le daban apariencia de una oreja, de ahí el nombre. Las filloas se untaban de azucar o miel y se enrollaban. El Carnaval era época de rebuscar en los armarios y los viejos baúles la ropa antigua, para formar un disfraz indefinido que se llamaba "facha". Comprábamos caretas de cartulina (que se ablandaba con el sudor), atadas con una goma, y con tal facha nos echábamos a la calle. Íbamos por las casas esperando no ser reconocidos pero tal hecho duraba poco, porque éramos los de siempre. Hartos de ser reconocidos, un año, les pedimos a nuestras madres que nos hicieran un capuchón de tela, cual verdugos, y esa vez tuvímos más éxito, aunque realmente debiamos de parecer auténticas fachas.
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