Al hablar de la ballenera lo primero que me viene a la memoria es aquella especie de balsa en la que depositaban los restos de las ballenas y de los cachalotes para que se pudrieran. Había unos huesos grandes de aquellos animales en la entrada del recinto y sobresalían otros muchos en aquella especie de sopa. El olor era muy fuerte y cada vez que se pisaba una sola gota de aquella papilla se arrastraba el olor cientos de metros después. Los carros de bueyes venían a cargar el abono para los campos e iban goteandolo por todo su recorrido. Para mi perro debía de ser una oportunidad única para desparasitarse porque se revolcaba sobre aquellas plastas convirtiéndose así en un maloliente perro allá donde fuera.
También recuerdo aquella rada donde ataban los animales en boyas flotantes a la espera de ser subidos al carro. Los arrastraban con unos cables de acero que se enrollaban en la cabecera del carro. Luego, los operarios, calzados con botas de pinchos para andar por aquella superficie resbaladiza, se subían sobre el animal (los pinchos le ayudaban en ese cometido) y con unas cuchillas grandes iban cortando en trocitos todas las partes. El corte era blando y limpio, parecía mantequilla, y ellos con pericia de cirujano iban extrayendo todo lo aprovechable. Por cierto, una vez comí carne de ballena y me pareció como la de los filetes de vaca. Creo recordar que el objetivo era conseguir el aceite de estos animales que almacenaban luego en unos bidones de hierro y decían que era para la industria cosmética.
NOTA: La palabra clave que me sale es la de APROVECHAR. La sensación que tenía era la de que no se aprovechaba suficientemente la ballena o el cachalote. Si sólo se sacaba el aceite de la gruesa piel me parecía que era un desperdicio. Los restos se pudrían y aunque los utilizasen como abono, o mínimamente le sirviesen a mi perro, suponía para mí tirar medio animal. Me preguntaba por qué no se comía la carne como fuente de proteínas. Lo que se desaprovechaba definitivamente eran los huesos.
APROVECHAR tiene dos acepciones: 1) darle múltiple funcionalidad a las cosas para que estas sirvan para varios fines a la vez, sacarle rentabilidad; 2) evitar que se pierda algo de valor, por ejemplo, que quede comida sin comer y se tire (de ahí el famoso ¡que aproveche!).
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