La playa de Areamilla era de todas las que había en la zona la que se podía considerar como tal. Tenía unas dimensiones reducidas pero lo suficientemente amplias como para tener un sistema dunar. Las demás eran pequeñas playas limitadas por las construcciones que se habían realizado en Massó. La del Carro o llamada también playa de Massó tenía la carretera encima, la de la Conchiña (hecha a base de las conchas de berberechos) estaba entre la carretera y el dique, la de la Congorza tenía un muelle y el Matadero al lado, y la del Medio quedaba delante de la laguna. Nos bañábamos en todas pero la que daba mas sensación de playa, como dije antes, era Areamilla.
A estas playas solíamos ir de mañana aunque también se podía ir de tarde o bien en las dos sesiones. Preferíamos las mareas altas a no ser que quisiéramos explorar las pozas y rocas en busca de camarones o caramujos. Conocíamos todos los rincones y sobre todo dónde mejor se podía bañar uno con cualquier tipo de marea. En Areamilla con marea baja existía el peligro de pisar una faneca brava con el consiguiente dolor.
Las playas las íbamos visitando con más frecuencia en función de las edades, cuantos más años teníamos más lejos nos desplazábamos. En mi caso aprendí a nadar en la de Massó, a tirarme de cabeza y a bucear en el Carro, al lado de esta playa, y acabé de nadar a kroll o libre en la de Areamilla.
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