Los niños solíamos comprar en las tienditas diversos elementos para nuestro entretenimiento, con algunas perrillas de que disponíamos. Había caramelos, chicles, pipas y toda suerte de golosinas, entre las que destacaban los platanitos y unos caramelos que asemejaban a cortes de tallo. Pero también podíamos comprar sobres de estampitas para acabar la colección del momento, y chistes de todo tipo, desde el TBO hasta Hazañas Bélicas o el Jabato. Había, también, los sobres sorpresa, que contenían cosas variadas, y, como su nombre indica, que podía uno disfrutar de encontrar sorpresas de figuritas o juguetitos variados como, por ejemplo, voladores al estilo de aspas de helicóptero. Recuerdo la tienda que había al lado del club Rodeiramar, con la señora Vilerma (si no me equivoco) metida en aquella ventana, con los chistes colgados con pinzas, cual piezas de ropa, en su interior. ¡Era lo que había!.
domingo, 23 de enero de 2011
sábado, 1 de enero de 2011
Reyes Magos en Salgueiron
El día de Reyes Magos era especial para los niños, soñabamos con tener unos juguetes que nos acercasen más a la realidad que los propios juguetes que improvisábamos con palos y restos durante todo el año. La pistola de estralos era algo especial, tenía aquellos estralos en roseta, que había que dosificar poco a poco para no perder el efecto ruidoso, y un olor a pólvora excitante. Había pistolas de vaqueros y de policías. La cuestión es que ejercían una gran fascinación sobre nosotros, a modo de imitación de lo que veíamos en el cine, aún sin ser chicos violentos. Con el tiempo alcanzó más importancia el balón de fútbol, al menos íbamos más encaminados hacia una via deportiva y pacífica. Los balones tenían su importancia porque permitían organizar los partidos en la Alameda, donde había que ganar. Más que balones eran pelotas que con el tiempo se medio pinchaban, acababan siendo algo duro para andar a patadas y dolían al recibir un pelotazo de aquellos. Luego vinieron los libros y la ropa, aunque para entonces éramos mayorcitos, y ya había que dejar paso a la realidad.
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