Siempre me llamaron mucho la atención los ramos de olivo que llevaban los niños en Cangas el Domingo de Ramos. Lo he comentado otras veces, llevaban guirnaldas de golosinas de adorno, caramelos, pasas, higos secos, galletas, etc., de lo más apetecible. También las palmas se adornaban aunque eran más difíciles de ornamentar. Con todas aquellas chucherías los niños no paraban en la iglesia y durante la misa ya iban metiendo mano a las golosinas de los propios ramos y los ajenos. Supongo que el motivo de tan singular adorno era para llevar a los chiquillos a la iglesia, por alguna razón la fiesta de Ramos se convertía así en una Semana Santa para niños. Yo llevaba palma trenzada, que después quedaba colgada todo el año a la intemperie en el balcón de casa, y miraba con envidia aquellos ramos tan apetitosos.
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