De pequeños sufrimos la amenaza imaginaria del sacauntos. El unto lo conocíamos bien porque lo usaban nuestras madres para hacer el caldo, así que un sacauntos podía ser alguien que te abriese la barriga y te sacase la grasa de tu cuerpo. Nos decían que no nos metiéramos en los campos de maíz porque allí podía aparecer el sacauntos y llevarnos. Había un campo de maíz en la de Arís, a la salida de Salgueirón en dirección a Cangas, que cada vez que pasaba me hacía interrogar si allí estaría metido el sacauntos. La cuestión es que un campo de maíz con las plantas ya crecidas de un tamaño considerable era un lugar perfecto para esconderse alguien. ¡Con razón se hacen tantas películas de miedo en medio de campos de maíz!.
Este recuerdo es de cuando era pequeño, al poco tiempo comprendí que el tal "sacauntos" era una posibilidad algo remota, pero el asunto me planteaba una contradicción: me gustaban aquellas plantas de maíz y las mazorcas, y me parecía imposible que en medio de ellas hubiese algo malo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario