Ahora que viene el Otoño me vienen al recuerdo las castañas cocidas. Cocidas y no asadas, porque esta era la forma tradicional de prepararlas con los anises que crecían por todos los lados y en particular en las huertas. Para ello había que colaborar pelando las castañas lo cual era un poco pesado. También recuerdo la colaboración que teníamos que hacer en otra tarea doméstica como era el elaborar los ovillos de lana. Con nuestros brazos extendidos aguantábamos las madejas de lana para que nuestras madres hicieran el ovillo necesario para calcetar. Otra tarea bastante habitual era la de ayudar a doblar sábanas y mantas. Cogíamos los extremos que nos daban y seguíamos el orden que nos marcaban, aunque a veces por aquello de la imagen especular lo hacíamos al revés. ¿Y qué decir de enrollar calcetines? ¿Y de batir nata para hacer mantequilla? Teníamos muchas tareas infantiles en las que participábamos en el mantenimiento de la casa y, porque no, en las que jugábamos también para entretener los días frios o lluviosos.
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