San Roque del Monte era de las últimas fiestas del verano, a continuación venían las del Cristo y, finalmente, las de Darbo. Había bastante actividad en el monte, se engalanaban los alrededores, se ponían algunos puestos, se echaban cohetes y los altavoces difundían a los cuatro vientos la música que llegaba a Salgueirón como si estuviese allí mismo. Lo que me llamaba poderosamente la atención era la comida que hacían los romeros entre los árboles, en las laderas que llevaban hacia El Campana y El Castelo (los montes que seguían al de San Roque). Llegaban las familias, extendían los manteles y sobre ellos sacaban la comida y sentados en el suelo se ponían a comer. Era común ver tomar la sandía al final de la comida. Con el tiempo se perdió lo de las comidas y se mantuvo lo del baile, aunque a mí me quedó ese recuerdo indeleble de comer la sandía en el monte, sentado en la ladera, bajo los árboles y mirando al frente el panorama de Cangas.
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