martes, 20 de septiembre de 2016
El club Rodeiramar
El club Rodeiramar estaba en el frente marítimo de Cangas, entre los dos muelles, a la izquierda el pequeño donde atracaba La Guapa, con su marquesina, y el de la derecha, el de los barcos de pesca, donde atracaba el otro barco de pasaje. En verano visitaba más a menudo el club porque había más actividad con los veraneantes. Al subir, estaba en una primera planta, había una habitación a la derecha donde se ponían las mujeres. Hacían unas grandes partidas de cartas todas las tardes, juntando dos barajas dado que era un grupo numeroso. La partida solía ser un pretexto, les gustaba estar hablando. La salita daba a la terraza y se entraba y salia con asiduidad. Al subir, a la izquierda, estaba la barra de la cafetería y un espacio amplio que constaba de la sala de la televisión al fondo y de la sala de juego, con mesas de jugar la partida, de los hombres. Estos jugaban en grupos reducidos de a lo mucho cuatro. El interés general de estos era ganar la partida. También se jugaba al ajedrez. Separando ambos espacios estaba la mesa de billar. Había, enfrente de la barra del bar, un pequeño palco donde se situaban las orquestas cuando había baile. Luego estaba la terraza, muy amplia, desde donde se contemplaba la calle y el puerto, con su entrar y salir de los barcos. Tenía acceso desde ambas salas de juego. La pared de piedra estaba afectada por la salitre y se deshacía fácilmente en arenilla si se le pasaba el dedo. Al lado de la puerta de la calle, había el kiosco de los chistes dónde solíamos comprar sobres sorpresa y cromos de las colecciones de la época. Solía ver las series de televisión y los partidos. También veía las partidas, y sobre todo las de ajedrez. Otro entretenimiento era ver llegar y salir a los barcos o pasear la gente por la calle. Después de pasar la tarde volvíamos a subir a Salgueirón caminando de noche. Algunas veces subía en el pescante de la moto de Carlos. De los personajes más mayores que pasaron por allí se podía nombrar a Pepe Santodomingo, el dueño de los astilleros, a Paganini el de las conservas o a Canitró el de la mercería.
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