En la escuela teníamos la ayuda americana que consistía en que nos mandaban leche en polvo (que venía en unos bidones de cartón grueso) y queso de barra. Con ayuda de unas perolas de aluminio y unas batidoras manuales de varillas se hacía todos los días la leche en frío que luego tomábamos en el recreo. Para ello contábamos con unos vasos de plástico de colores que dejábamos recogidos en un armario. También nos repartían un trozo de queso que muchos comían así aunque yo prefería comer con pan, por lo que me lo llevaba en la mano a casa hasta poder coger un trocito. Prefería el queso y no la leche, esta última tenía un gusto un poco especial. El reparto se hacía cuando las escuelas estaban en la última planta del Hotel, cuando bajamos se acabó al poco tiempo. Realmente estaba bien la ayuda porque había en aquella época niños que bien les venía que tuvieran un suplemento lácteo como aquello. Nosotros como éramos niños no alcanzábamos a ver el porqué de la ayuda ni por qué se acabó. Más adelante comprendimos que no era un plan Marshall pero sí que era un gesto del gobierno americano hacia el español.
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