En mi casa había una máquina de coser que todavía se conserva de la marca Singer que hacía un característico taca-taca al coser (ahora recuerdo que Jaime, el padre de Tana, tenía un comercio en el que vendía las máquinas de coser). Las madres de aquellos años tenían que hacer la ropa, bordar alguna sábana o arreglar de un año para otro algún pantalón y algún vestido. En la de mi casa había un problema con la correa de transmisión que siempre se salía por estar algo floja. Yo tengo una especial relación con la Singer de mi casa, conservo una cicatriz en el labio de una vez que me caí al lado de la máquina de coser y mi boca fue a parar en el pedal de hierro, lo recuerdo como un golpe doloroso que me hizo sangrar bastante, aunque no se aun hoy como caí tan torpemente sobre ella.
¿Por qué me acuerdo de este suceso? Por lo aparatoso que resultó el golpe, forma parte de una serie de caídas accidentales de mi vida. Es un aprendizaje del error que tiene consecuencias inmediatas. En relación con la máquina de coser también me quedó grabado cómo mi madre hacía bordados en las sábanas, especialmente aquellos bodoques redondos que le llevaban tanto tiempo para que estuviesen perfectos. Era la dificultad del proceso, lo que facilitaba o dificultaba el mecanismo para resolver la situación, lo que me llamaba la atención.
martes, 30 de diciembre de 2008
domingo, 21 de diciembre de 2008
Las conservas y otros productos
Las conserveras tenían fama de hacer unas conservas mejor que otras y había especialización en tal o cual tipo de conserva. Decían que las de Cervera eran las de más calidad en conjunto. Massó hacía fundamentalmente el bonito, las sardinas, las anchoas, los mejillones y los berberechos, con un buen nivel, aunque también había otras opciones (chandarme, zamburiñas, navajas,...). La Ballenera producía aceite y carne de ballena, que aunque se comía no se muy bien a dónde iba a parar. Con el tiempo se fueron abriendo las opciones, se empezó a producir harina de pescado, supongo que para la alimentación animal, sopas de pescado en sobre, como las de Knorr, y por último, se acondicionó la que era la fábrica anexa de redes como un gran frigorífico. Este último paso era el adecuado para reconvertir la fábrica a los grandes frigoríficos, tipo Pescanova o los del Morrazo, pero el caso es que no fue suficiente para mantener la industria en pie.
Un escape de amoniaco
Una vez hubo un escape de amoniaco en la fábrica de Massó, en la parte donde se elaboraba el hielo, y todos los trabajadores tuvieron que salir fuera de la fábrica. Recuerdo que yo estaba por "el carro" (estaba bañándome) y llegaba el olor hasta allí. Si no me equivoco tengo noción de ver venir los bomberos de Vigo o de Pontevedra y todo. Decían que había habido personas afectadas con una cierta gravedad. Tenía que haber sido un accidente serio cuando habían evacuado a todos los trabajadores. Tal vez de este suceso saqué yo una cierta aprehensión a bajar a las cámaras del hielo cuando me mandaban en verano a por los bloques para la nevera.
sábado, 20 de diciembre de 2008
Fabricando juguetes
Los niños de aquella época fabricábamos juguetes para nuestro entretenimiento. Personalizábamos las chapas rellenándolas de mondas de naranja para jugar ese juego, hacíamos arcos y flechas para disparar a todo tipo de árbol y de animal, y hacíamos pistolas de madera para jugar a los vaqueros o a los policías. Las espadas de madera no era muy habitual que las hiciéramos. Yo hacía cuchillos de madera pequeños y también llegué a fabricar una ballesta. En el muelle cogíamos corchos de aislamiento y fabricábamos veleros con los que hacer regatas, perdiéndose muchos entre las rocas o en la ría. También hacíamos tirabolas con los neumáticos de los coches, un cuero de un zapato y una gaya de una rama. Otro de los juguetes que fabricábamos eran los tutelos con las cañas indias, contábamos como proyectiles con unas bolitas que daban las enredaderas que había en los jardines. Para la pesca hacíamos nuestras cañas con anillas y todo, y para los ganapanes usábamos aros de calderos y restos de redes de los barcos o de la fábrica de Massó. Cuando empezamos a patinar Fernando y yo nos hicimos unos palos de hockey para jugar a ese juego. Y un día que nevó en Cangas, fuimos a San Roque a deslizarnos con tablas improvisadas como trineos. Había imaginación, ¿no?
viernes, 19 de diciembre de 2008
Perros y gatos
De pequeño recuerdo que había un gato en mi casa que se llamaba el Mikey que se murió al poco tiempo de viejo, después vino el Roll. Los gatos, en general, andaban libres de dueño por las huertas. Además del Roll había otros perros en la zona, la Laika era una perra que me parece que era del Adolfo el de la cantina (tengo una vaga idea) y debía de ser la madre del Roll. Carlos, que era cazador, tuvo dos perros pointers, el Willbe y anteriormente una perra de cuyo nombre no me acuerdo. La perra una vez tuvo cachorros y los enterraron, la forma de deshacerse de camadas de perros y gatos era ésta o tirándolos en sacos al mar. El Willbe aullaba cuando sonaba la sirena de Massó por las mañanas, tal era la coordinación entre can y sirena que cuando empezó lo del cambio horario el perro ladraba por la hora antigua y la sirena tocaba una hora después. El Prácticante tenía un perro lobo, el Sider, que se lanzaba contra la alambrada ladrando cuando alguien pasaba por delante de su casa y uno, con el susto en el cuerpo, se quedaba pensando que pasaría si algún día cedía aquella malla. El boxeador (¿?) también era cazador y tenía perros. Por la casa de Pazos creo recordar que también había perros que estaban encerrados, al menos en casa del portugués había uno, si no me falla la memoria.
lunes, 15 de diciembre de 2008
El muelle de la Ballenera
El muelle de la Ballenera siempre estaba roto. Si algún año lo arreglaban al invierno siguiente venía un temporal que acababa por volverlo a romper. En realidad hacía más de escollera que de otra cosa porque los balleneros acababan atracando en el de la fábrica, dejaban los cachalotes fondeados al abrigo de dicho muelle y se iban para el de la fábrica. Los temporales de invierno eran fuertes hasta el punto de que cambiaban la fisonomía de las playas como pasaba en Areamilla, se cubrían de arena algunas rocas y aparecía otras que estaban ocultas. |
domingo, 14 de diciembre de 2008
Marisquear
En verano hacíamos ganapanes para coger camarones en las charcas. Teníamos que saber cuando era marea baja porque era el mejor momento para buscar entre las covachas donde pillar alguno. También escarbábamos en la arena y cogíamos algunas almejas tipo chirla y berberechos. Los mejillones no los solíamos coger por temor a la toxina. Tampoco cogíamos lapas porque eran muy duras. Lo que si llevábamos eran caramujos, los buscábamos que fueran gorditos para que tuvieran comida. Había erizos, pero en aquella época no se comían. Todos estos mariscos los comíamos como un entretenimiento y había en abundancia, ahora me parece que ya escasea más.
Regalos de Reyes
Los regalos típicos de los niños en Reyes eran la pistola y el arco con flechas (influencia de las películas de vaqueros). Un año me regalaron un arco con flechas --se mojaba la ventosa y se intentaba lanzar y pegar en algo que no rompiese--, y lo primero que hice esa mañana fue salir a la alameda a jugar con mi recién regalado arco de flechas para poder disparar libremente. Bajé las escaleras de mi casa todo contento pero, al llegar abajo, me encontré una flecha en el suelo que encajaba perfectamente con el juego de flechas que yo tenía. Concluí que los Reyes Magos eran un poco descuidados porque perdían parte de los juguetes cuando iban a entregarlos a las casas, en este caso me había tocado a mí. Aquello no me gustó.
sábado, 13 de diciembre de 2008
La fábrica de Massó por dentro
Estoy apoyado en la barandilla de espaldas a las oficinas, en el piso superior, mirando la fábrica por dentro, un enorme espacio para mis ojos, con actividad de trabajo. Unas filas largas de mujeres vestidas de blanco, con pañuelo en la cabeza, cogen el bonito o las sardinas de las parrillas que transportan unas cintas en un recorrido continuo, unas vez llenadas las latas las vuelven a la cinta. Al final del proceso están las calderas, o autoclaves, donde previo al añadido de aceite se deben de cerrar automáticamente. Hay filas paralelas para cuando haya mucho trabajo pero lo habitual es que sólo este funcionando la fila de la derecha. A la izquierda, cerca de la entrada de la torre han puesto unos pilones de agua dónde tienen el pescado a lavar o a la espera de que se vaya avanzando el género. En la parte superior, a la derecha están las oficinas técnicas y los talleres mecánicos donde se hacen las latas. Este nivel superior acaba al fondo al nivel de la calle, por el Garaje, por encima de la chimenea. Debajo de mí está la entrada, a veces entran los camiones dentro de la fábrica, por la entrada principal, a cargar las cajas de latas de conserva. A la derecha de la entrada, en la planta baja, está el taller eléctrico, con su suelo de goma. También abajo, a mi izquierda, debajo de la torre está la entrada al subterráneo donde está la producción de hielo. Huele al pescado cocido.
Aprender a andar en bicicleta (Por Estrella)
Creo recordar que la primera bicicleta de "las de arriba" fue la de Marisa, y en ella aprendimos a andar todas las demás. A mí me enseñaron por el método de dejarme ir cuesta abajo y soltarme (yo convencida de que alguien me estaba sujetando). Una vez me prestó Carlos Pintos la suya, y me fui hacia Cangas, pero al llegar a la de Tana me di cuenta de que no frenaba. La bici tenía el piñón fijo y por mas que me esforzaba seguían moviéndose los pedales. Al final tuve que "tirarme" y acabé con algunos rasguños en las piernas, pero la otra opción habría sido llegar hasta Cangas a "cien por hora". Estoy convencida de que tomé la decisión adecuada
Todavía conservo mi bicicleta "orbea". Era de color azul. Iain me la arregló, le puso marchas y la pintó de blanco y verde. pero sigue siendo igual de pesada. Recuerdo que mi tío Jose la usaba para ir a Vilariño cuando venía de vacaciones desde Nueva York. El tenía 74 cuando yo me casé y todavía ese año lo hizo.
Todavía conservo mi bicicleta "orbea". Era de color azul. Iain me la arregló, le puso marchas y la pintó de blanco y verde. pero sigue siendo igual de pesada. Recuerdo que mi tío Jose la usaba para ir a Vilariño cuando venía de vacaciones desde Nueva York. El tenía 74 cuando yo me casé y todavía ese año lo hizo.
sábado, 6 de diciembre de 2008
EL PATIO DE ENTRADA
Todas nuestras viviendas tenían algo en común: un balcón o patio en su entrada. Esto nos proporcionaba un sitio ideal para reunirnos. En él pasábamos bastante tiempo, unas veces decidiendo lo que íbamos a hacer o simplemente descansar a la vuelta de algún sitio.
De todos ellos tengo alguna imagen grabada:
- De la entrada de Pili Valladares tengo el recuerdo de estar comiendo caramujos y también camarones que cogíamos en la playa y que Carmiña nos cocía después.
- De la casa de Estrella y Fina me viene la imagen de las clases que Filo daba a las chicas cuando salían de trabajar en la fábrica. Parece que la estoy escuchando cuando les dictaba y les pronunciaba la “v” fricativa para distinguirla de la “b” oclusiva. Es digna de mención esta vocación altruista en favor de la cultura .
- De la casa de Merche recuerdo las horas de sobremesa sentados al sol en las escaleras con Sabino , Dosia ( así la llamé siempre) , Migue ( como le llamaban en casa) y José María ; pero sobre todo, la imagen del jardín de Cinias, todas parecidas y diferentes a la vez. Muchas veces buscábamos la más bonita, algo complicado dada la cantidad y variedad.
- Recuerdo pasar tardes enteras sentada en las escaleras de señora Lola cuando venían los de Ribadavia con todas sus novedades.
De todos ellos tengo alguna imagen grabada:
- De la entrada de Pili Valladares tengo el recuerdo de estar comiendo caramujos y también camarones que cogíamos en la playa y que Carmiña nos cocía después.
- De la casa de Estrella y Fina me viene la imagen de las clases que Filo daba a las chicas cuando salían de trabajar en la fábrica. Parece que la estoy escuchando cuando les dictaba y les pronunciaba la “v” fricativa para distinguirla de la “b” oclusiva. Es digna de mención esta vocación altruista en favor de la cultura .
- De la casa de Merche recuerdo las horas de sobremesa sentados al sol en las escaleras con Sabino , Dosia ( así la llamé siempre) , Migue ( como le llamaban en casa) y José María ; pero sobre todo, la imagen del jardín de Cinias, todas parecidas y diferentes a la vez. Muchas veces buscábamos la más bonita, algo complicado dada la cantidad y variedad.
- Recuerdo pasar tardes enteras sentada en las escaleras de señora Lola cuando venían los de Ribadavia con todas sus novedades.
EL DÍA DE REYES
De las muchas añoranzas que de nuestra niñez tengo, es quizá la del Día de Reyes la más recordada, puesto que cada año por esas fechas, vuelven los recuerdos de cómo lo vivimos en nuestra época.
Con frecuencia coincidíamos a la hora de pedir los juguetes: raqueta de tenis, diábolo o la muñeca de moda; así recuerdo el año de La Dulcita, aquella muñeca de goma y ojos achinados que venía dentro de un saquito. Ese año y unos días antes de Reyes, Pili Valladares me enseñó la suya, ya que sabía donde la guardaba su madre.
A Estrella, que no le gustaban las muñecas, un año le echaron un juego del FBI con pistola y esposas incluidas. (Todo un adelanto para una época en la que los juegos venían con diferenciación de género ).
Un año, en compañía de Merche y aprovechando la ausencia de mis padres, fuimos a ver los regalos que guardaban en el armario de su habitación: una caja de Juegos Reunidos Geyper para mí y un arco con flechas de ventosa para mi hermano Toño. Después de abrir las cajas y probar las flechas contra la pared, las volví a guardar; pero con tan mala suerte que rompí una barra fluorescente que había en el fondo y de la que yo desconocía su existencia. Total, mi madre se enteró; la bronca fue monumental y la zurra creo que todavía me duele hoy.
Era especialmente emotivo el momento en que salíamos a la calle para enseñar nuestros juguetes y ver los de los demás. Todos o casi todos con ropa de estreno, ya que era una costumbre inherente al Día de Reyes.
Con frecuencia coincidíamos a la hora de pedir los juguetes: raqueta de tenis, diábolo o la muñeca de moda; así recuerdo el año de La Dulcita, aquella muñeca de goma y ojos achinados que venía dentro de un saquito. Ese año y unos días antes de Reyes, Pili Valladares me enseñó la suya, ya que sabía donde la guardaba su madre.
A Estrella, que no le gustaban las muñecas, un año le echaron un juego del FBI con pistola y esposas incluidas. (Todo un adelanto para una época en la que los juegos venían con diferenciación de género ).
Un año, en compañía de Merche y aprovechando la ausencia de mis padres, fuimos a ver los regalos que guardaban en el armario de su habitación: una caja de Juegos Reunidos Geyper para mí y un arco con flechas de ventosa para mi hermano Toño. Después de abrir las cajas y probar las flechas contra la pared, las volví a guardar; pero con tan mala suerte que rompí una barra fluorescente que había en el fondo y de la que yo desconocía su existencia. Total, mi madre se enteró; la bronca fue monumental y la zurra creo que todavía me duele hoy.
Era especialmente emotivo el momento en que salíamos a la calle para enseñar nuestros juguetes y ver los de los demás. Todos o casi todos con ropa de estreno, ya que era una costumbre inherente al Día de Reyes.
COLECCIÓN DE FOTOS DE CARNÉ
Supongo que a todos nosotros en algún momento se nos ocurrió coleccionar algo. No recuerdo exactamente cuándo fue mi momento pero empecé a pedir fotos de carné a gente de mi entorno. Hoy todavía las guardo en una cajita de cartón , son más de cincuenta. De todas ellas, sólo seis son de la pandilla de Salgueirón . Es curioso que a pesar de ser unas simples fotos, me traigan recuerdos cada una de ellas:
- La de Pacucho, recuerdo que se la pedí en la alameda de Cangas. Estudiaba en Vigo, acababa de hacérsela y me costó bastante obtenerla porque insistía en que la necesitaba. Creo que no me la dio, sino que se la cogí.
- En cuanto a la de Fina, me acuerdo perfectamente del jersey que lleva puesto, porque me gustaba muchísimo.
- La de Pili, me trae a la memoria el uniforme horrible que llevábamos el último curso en el colegio. Verla con esta ropa me viene a la memoria lo traste que era y lo mucho que hizo “arar” a las monjas.
- También de uniforme hicimos la foto Estrella y yo. Es quizá la prenda de ropa que va más unida a nuestra infancia ya que nos pasábamos la mayor parte del año con ella. Era especialmente incómodo el cuello de plástico, que se nos rompía con mucha facilidad.
- En cuanto a Tana, me viene a la memoria su mirada y su inconfundible inclinación de cabeza. Todo un estilo.
- La de Pacucho, recuerdo que se la pedí en la alameda de Cangas. Estudiaba en Vigo, acababa de hacérsela y me costó bastante obtenerla porque insistía en que la necesitaba. Creo que no me la dio, sino que se la cogí.
- En cuanto a la de Fina, me acuerdo perfectamente del jersey que lleva puesto, porque me gustaba muchísimo.
- La de Pili, me trae a la memoria el uniforme horrible que llevábamos el último curso en el colegio. Verla con esta ropa me viene a la memoria lo traste que era y lo mucho que hizo “arar” a las monjas.
- También de uniforme hicimos la foto Estrella y yo. Es quizá la prenda de ropa que va más unida a nuestra infancia ya que nos pasábamos la mayor parte del año con ella. Era especialmente incómodo el cuello de plástico, que se nos rompía con mucha facilidad.
- En cuanto a Tana, me viene a la memoria su mirada y su inconfundible inclinación de cabeza. Todo un estilo.
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