En mi casa había una máquina de coser que todavía se conserva de la marca Singer que hacía un característico taca-taca al coser (ahora recuerdo que Jaime, el padre de Tana, tenía un comercio en el que vendía las máquinas de coser). Las madres de aquellos años tenían que hacer la ropa, bordar alguna sábana o arreglar de un año para otro algún pantalón y algún vestido. En la de mi casa había un problema con la correa de transmisión que siempre se salía por estar algo floja. Yo tengo una especial relación con la Singer de mi casa, conservo una cicatriz en el labio de una vez que me caí al lado de la máquina de coser y mi boca fue a parar en el pedal de hierro, lo recuerdo como un golpe doloroso que me hizo sangrar bastante, aunque no se aun hoy como caí tan torpemente sobre ella.
¿Por qué me acuerdo de este suceso? Por lo aparatoso que resultó el golpe, forma parte de una serie de caídas accidentales de mi vida. Es un aprendizaje del error que tiene consecuencias inmediatas. En relación con la máquina de coser también me quedó grabado cómo mi madre hacía bordados en las sábanas, especialmente aquellos bodoques redondos que le llevaban tanto tiempo para que estuviesen perfectos. Era la dificultad del proceso, lo que facilitaba o dificultaba el mecanismo para resolver la situación, lo que me llamaba la atención.
1 comentario:
en mi casa había también una máquina SINGER y tenía el mismo problema (todavía la conservo). Me pregunto se era debido a un fallo en el diseño o al hecho de que era vieja. Siempre que se estropeaba venía mi tío Antonio, el manitas de la familia, a arreglarla.
Publicar un comentario