Todas nuestras viviendas tenían algo en común: un balcón o patio en su entrada. Esto nos proporcionaba un sitio ideal para reunirnos. En él pasábamos bastante tiempo, unas veces decidiendo lo que íbamos a hacer o simplemente descansar a la vuelta de algún sitio.
De todos ellos tengo alguna imagen grabada:
- De la entrada de Pili Valladares tengo el recuerdo de estar comiendo caramujos y también camarones que cogíamos en la playa y que Carmiña nos cocía después.
- De la casa de Estrella y Fina me viene la imagen de las clases que Filo daba a las chicas cuando salían de trabajar en la fábrica. Parece que la estoy escuchando cuando les dictaba y les pronunciaba la “v” fricativa para distinguirla de la “b” oclusiva. Es digna de mención esta vocación altruista en favor de la cultura .
- De la casa de Merche recuerdo las horas de sobremesa sentados al sol en las escaleras con Sabino , Dosia ( así la llamé siempre) , Migue ( como le llamaban en casa) y José María ; pero sobre todo, la imagen del jardín de Cinias, todas parecidas y diferentes a la vez. Muchas veces buscábamos la más bonita, algo complicado dada la cantidad y variedad.
- Recuerdo pasar tardes enteras sentada en las escaleras de señora Lola cuando venían los de Ribadavia con todas sus novedades.
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