sábado, 6 de diciembre de 2008

EL DÍA DE REYES

De las muchas añoranzas que de nuestra niñez tengo, es quizá la del Día de Reyes la más recordada, puesto que cada año por esas fechas, vuelven los recuerdos de cómo lo vivimos en nuestra época.
Con frecuencia coincidíamos a la hora de pedir los juguetes: raqueta de tenis, diábolo o la muñeca de moda; así recuerdo el año de La Dulcita, aquella muñeca de goma y ojos achinados que venía dentro de un saquito. Ese año y unos días antes de Reyes, Pili Valladares me enseñó la suya, ya que sabía donde la guardaba su madre.
A Estrella, que no le gustaban las muñecas, un año le echaron un juego del FBI con pistola y esposas incluidas. (Todo un adelanto para una época en la que los juegos venían con diferenciación de género ).
Un año, en compañía de Merche y aprovechando la ausencia de mis padres, fuimos a ver los regalos que guardaban en el armario de su habitación: una caja de Juegos Reunidos Geyper para mí y un arco con flechas de ventosa para mi hermano Toño. Después de abrir las cajas y probar las flechas contra la pared, las volví a guardar; pero con tan mala suerte que rompí una barra fluorescente que había en el fondo y de la que yo desconocía su existencia. Total, mi madre se enteró; la bronca fue monumental y la zurra creo que todavía me duele hoy.
Era especialmente emotivo el momento en que salíamos a la calle para enseñar nuestros juguetes y ver los de los demás. Todos o casi todos con ropa de estreno, ya que era una costumbre inherente al Día de Reyes.

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