Don Francisco Lariño era el párroco de Darbo y al llegar la Pascua los vecinos de Salgueirón lo llamaban para bendecir las casas. Se le daba una limosna (que podía ser en especies como una docena de huevos o lo que buenamente se podía) lo que el bueno del cura agradecía con una frase amable o con una broma .
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