En una época se nos dio por hacer cohetes con cerillas, usando aquellas cerillas que tenían rabo de papel encerado y que se podían retorcer. Con ayuda de papel de "plata" hacíamos los cohetes con una, dos o tres cerillas, le plantábamos fuego y salían disparados. Inventiva teníamos aunque a veces mal encaminada como la vez que se me ocurrió meter un cable en el enchufe de la luz unido a una pila, el resultado fue que fundí los plomos de casa. ¡Muchos calambrazos llevé de aquellos 125 voltios en los interruptores de la luz de cerámica que estaban descascarillados!. También recuerdo que los barcos que estaban en el carro tenían electricidad, supongo que para que no se subiese nadie a ellos cuando no trabajaban, pero a nosotros nos daban corriente. Además en el carro había unas piedras blancas que provenían, como un producto residual, de la soldadura de barcos, que nosotros lanzábamos al mar porque al contacto con el agua reaccionaban violentamente. Los niños las llamaban carburo.
La instalación eléctrica dentro de las casas de Massó estaba toda al aire, iba desde el contador de la luz por la parte superior de las paredes y llegaba a todas las habitaciones. Cada poco tiempo venía un trabajador de la luz a medir el contador.
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