domingo, 15 de marzo de 2009

La tortuga

En la playa del Carro, bajando las escaleras, había una piedra que asemejaba una tortuga, con su concha y su cabeza. Con marea alta llegaba el agua hasta su base, era el límite de la marea, y en su entorno era dónde poníamos las toallas. Enfrente de la tortuga ya venía todo un pedregal que en marea baja dejaba al descubierto muchas cuevas con camarones, cangrejos y lorchas. Con marea baja la playa del Carro era un auténtico lago de algas verdes, y el propio carro se convertía en una peligrosa pista de patinaje, sólo con marea alta se podía disfrutar del baño y era lo más parecido a una piscina que teníamos.

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