La pesca desde el muelle era de las cosas que más nos divertían en verano. Pasábamos gran parte del tiempo intentando coger aquellos peces que veíamos en medio del agua. Lo primero que hay que decir es que había una gran abundancia de peces de varios tipos pero, fundamentalmente, en gran parte eran buracitos (panchitos) lo que se observaba a simple vista. La pesca tenía su ritual, había que empezar por buscar una caña india, comprar tanza, anzuelo, flotador, plomos y anillas, para montar las cañas de pescar. Luego había que conseguir maga de sardinas o miñocas en las mareas bajas y, por último, armarse de paciencia para coger los buracitos. Se podía pescar en la superficie o en el fondo y, en este caso, se obtenían otros pescados como las fanecas. De vez en cuando se veían bolitos, agujas, serranes, mújeles y otros especímenes. Solíamos coger unos cuantos buracitos y por la noche nos los freían nuestras madres para cenar. Los puestos de pesca eran en la punta del muelle pero, alguna vez, cuando había barcos atracados nos poníamos a pescar en las mismas bordas. Los días de nortada no se pescaba bien porque los peces se pasaban al otro lado de la escollera, es curioso como el viento frío del norte ahuyentaba a los peces, y nosotros nos poníamos sobre las rocas con el consiguiente peligro de caernos.
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